Natalia Calao: instructora, calígrafa y escritora de la ciudad de Medellín, conociendo la calidad de conocimientos de uno de los mejores discípulos de Hermann Zapf, nuestro querido Claude Dieterich; viajo desde Colombia para participar de los talleres desarrollados en Lima. Producto de dicha experiencia e impulsada por su instintivo natural escribió lo siguiente:

«Me enamoro de cosas y de lugares. Me enamoro, por ejemplo, de un olor. Me puedo enamorar perdidamente de una parte de alguien. El otro día me enamoré de unas manos que vi cómo se movieron con delicadeza mientras dejaban una huella en el aire. Ahora me he enamorado del maestro Claude Dieterich. Me enamoré de todo su conocimiento, de su caligrafía, de su pasión. Estoy enamorada de sus 88 años, que todavía mueve con agilidad. Me enamoré de sus libros raros y de sus manuscritos comprados en los mercados de antigüedades. Me gustaría absorberlo todo. Aquí, ahora, sentados en una cevichería peruana, escucho sus historias mientras miro sus manos y quiero que mi boca se abra como la de un tiburón y engullirmelo de un solo bocado. Quiero tener la barriga llena de él y de su caligrafía segura. Quiero llenarme de sus romanas perfectas y de sus itálicas elegantes. Quiero que no se muera nunca. Quiero tener una indigestión de él.
Pero me acuerdo, que no se puede, que así no funciona. Y lo regurgito y lo devuelvo a su silla. Y yo me quedo ahí, sentada a su lado, callada. Llenando la barriga con ese pulpo que flota en esa salsa morada y que sabe en exceso a aceitunas. Yo me quedo ahí, viendo como mueve su mano en el aire y deseando que el camino nos vuelva a juntar en la misma mesa.»

Confesión #19. Dia 14. Lima 23 de Febrero 2018. Natalia Calao.

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