Extraído de la publicación del suplemento DNI del diario Clarín – Argentina (ver documento original).

Silvia Cordero Vega: Cinco puntos para acercarse a la caligrafía:

0 Definición.

Siempre se ha dicho que la caligrafía es el arte de la bella escritura, entendiendo la caligrafía como un acto único que no tiene tanto que ver con el buen escribir o el escribir correctamente, sino con una belleza en la forma de los signos y su composición. Lo importante de la caligrafía es entenderla, no copiarla repetidamente como un loop sin sentido. En todo caso, reescribirla con una nueva mirada y un nuevo pensamiento considerándola como un acto cultural y creativo.

1 Origen.

Muchos futuros alumnos me preguntan cómo o por dónde empezar para adentrarse en el mundo de la caligrafía. Lo recomendable es ir a la fuente, a lo más genuino, al registro histórico: hay que visitar los antiguos manuscritos. Más allá del cover del cover del cover, el manuscrito es tan cristalino como vigente, y ahí podemos hallar esa lucidez casi como una revelación. Pero es cierto que en el aprendizaje de esta disciplina hay un trayecto ortodoxo que puede dividirse en dos vertientes: una genealógica, más revisionista, para saber a ciencia cierta su idiosincrasia; la otra, pedagógica, para captar su esencia y entonces encontrar la belleza.

2 Mitos.

Derribando estereotipos. Es casi de manual preguntarse con curiosidad sobre plumas, tintas y papeles. Palabras que recortan la escena y la mise en place caligráfica, ya que lo más afortunado sería hablar de herramientas, medios y soportes. Las herramientas caligráficas no sólo se reducen a plumas, sino que forman parte de un abanico tan inmenso como prolífico. Plumas, pinceles, marcadores punta pincel, tiralíneas, herramientas híbridas, creadas por obra y gracia de algún designio, etc. Todas ellas forman parte de la valija de utensilios que podemos desplegar. También sucede con los medios, inagotables e inimaginables, así como los soportes.

3 Lo aplicable.

Sencillamente para qué sirve la caligrafía. No deja de ser ni más ni menos que un oficio, que muchas veces transmuta en arte cuando el escriba hace de ello una auténtica expresión. Puede ser desde una pequeña acción hasta una situación performática. Puede plasmarse mundanamente en un sobre escrito que parte de un lugar para llegar a otro. Puede ser en un lienzo escrito con toda la ebullición del artista. Puede ser un mensaje escrito en un cuerpo. Puede ser una escritura histórica reposando en el más bello de los papeles.

4 Caligrafía alfabética vs. caligrafía abstracta.

El ser humano parte de la necesidad imperante de trazar esa muralla entre lo concreto y lo abstracto. Si bien en la caligrafía ortodoxa la intención es hacer que un texto sea leído, que las palabras no sean una entidad meramente formal, la caligrafía habilita mucho más que eso. Podemos trabajar con un simple gesto sin rastro de letra, simplemente una marca como la síntesis de todo un proceso caligráfico o, mejor dicho, de escritura, un ferviente fluir que parte de todo ese caudal alfabético.

5 Arte o artilugio.

Caligrafía vs. Arte esa es la cuestión. Nadie discute, por ejemplo, a la caligrafía oriental como un arte; no así la caligrafía occidental, que sólo recibe malestares típicos como, “¿para qué sirve?”, “¿se considera un arte o un oficio?”, “¿se lee o no se lee?”, “¿se tiene mala letra o buena letra?”, etc. La caligrafía tiene, de oficio, la conexión con los materiales, su disponibilidad, su quehacer, pero puede ir más allá y convertirse en una experiencia puramente formal, visual, sencillamente expresiva. Es casi un poder sobrenatural en las artes manuales. La caligrafía seguirá siendo un anclaje de “lo humano” en la sociedad enfervorizada por las redes sociales.

 

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